Esa noche vino uno de los mejores celadores que podían existir Carlos, un hombre bueno y bondadoso que se preocupaba por nosotros y nos hacia reír, nos ponía pelis de dibujos, o nos contaba historias de miedo, todos lo queríamos porque con el parecía todo mas fácil.
Tras el fin de semana llegó el lunes, el martes y con el miércoles tocó volver a ese colegio al que yo no quería volver, pero por suerte y a escondidas mi madre no estaba muy lejos de la parada y por lo menos podíamos vernos un poco antes de entrar.
En el colegio ya todo el mundo sabía de mi situación, la noticia voló por doquier, e incluso existían rumores,que si había robado, que como soy peninsular mis padres no me querían, que si soy conflictivo... ¿os lo podéis creer?
Pocos sabían la verdad, incluso los profesores mantenían la versión del desamparo, mi misión era comportarme de la mejor forma posible dado que mi mala actitud podría repercutir sobre mí, o sobre mi madre, nosotros teníamos un plan, plan que iríamos llevando poco a poco para demostrar nuestra verdad, verdaderamente pensábamos que sería mas fácil de lo que en verdad resultó ser, y es que nosotros pensábamos que el colegio encontraría el papel donde mi falta era médicamente justificada, pero no sabíamos que el colegio tenía una especie de pacto a favor de mi padre y en contra nuestra.
como es lógico todo lleva un proceso, y la justicia es lenta como quién quiere decir.
También con ese miércoles llegaron los turnos de visitas, lo que quería decir que podría ver a mi madre al menos un rato sin escondernos, pero yo no pude ver a mi madre en varias semanas, según el CAI porque la fiscalía de menores aún no lo había autorizado.
Encima también se avecinaba otro problema, la fiscalía de menores exigía que tendría que ver a mi padre para poder ver a mi madre, y que si lo hacía me favorecería en la re-agrupación familiar,lo cual eso ayudaría en mi situación, aunque para eso tendría que esperar varias semanas.
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